Desde el nacimiento de los primeros medios de comunicación de masas o sociales, coincidiendo con la aparición de la imprenta, hasta nuestros días, quien dedica un tiempo de su vida a construir un relato, sea oral o escrito, dirigido a un grupo más o menos numeroso de personas y con el ánimo indisimulado de influir en ellas opinando, informando, desinformando o entreteniendo de la manera que sea, lo que busca y desea son unas cotas de difusión del mismo lo más elevadas posible. Sea en forma de papel impreso, de ondas hertzianas, de ondas catódicas, de diodos led o de píxeles, la cosa es que quien se esfuerza y se toma su tiempo en contarnos algo, es que quiere llegar a alguien y provocar una o varias reacciones.

Con la reciente aparición de las redes sociales, nuestra forma de comunicar se ha democratizado, tanto a nivel personal o de usuario/a como profesional o de empresa/marca, desplazando lateralmente la antaño todopoderosa influencia de los medios tradicionales, un cambio en los hábitos y las acciones que han provocado una explosión en el uso de diferentes formatos para conseguir eso que llamamos alcance y que antes se solía relacionar con la fama, el éxito o cierta empatía generados todos ellos a partir del conocimiento social, lo que no siempre ha ido ligado al reconocimiento social.

Ya centrándonos en las marcas, su forma de comunicar ha vivido una gran transformación a lo largo de los últimos años. Entre otras cosas, porque su nueva estrategia de contenidos permite obtener beneficios a todos los agentes del proceso de oferta y compra de un producto o servicio. Además, en un mundo supersaturado de mensajes publicitarios, la apuesta por la creación de contenidos atractivos – marketing de contenidos – o el creciente interés de las marcas por valorizarse y/o revalorizarse – branded content – nos han inducido al uso de diferentes formatos en busca de lo que venimos hablando desde el comienzo: llegar a alguien e impactar en ese alguien. Y es ahí donde aparece el mundo editorial, el gráfico, el fotográfico, el audiovisual, el sonoro... Todo lo que vemos, leemos y/o escuchamos en las redes sociales y que ha sido elaborado con el ánimo de conseguir una serie de objetivos medibles. Ventas, por ejemplo. Pero hay más.

La prestigiosa publicación Good Rebels estableció, a finales del pasado año 2021, lo que consideraba que serían las principales tendencias sobre plataformas sociales para este 2022, y parece que hay una serie de cosas que los diferentes canales social media tienen bien claras, entre ellas, el impulso a creadores/as de contenidos, la apuesta decidida por el vídeo (en donde el formato vertical va abarcándolo todo a cada vez mayor ritmo), las nuevas opciones de compra o el aumento de la inversión publicitaria.

En cuanto al tipo de contenidos, los de corte social o relacionados con la RSE, los dirigidos al puro entretenimiento, en el otro extremo de la balanza y con el humor como bandera, o los contenidos caseros (en el sentido más amplio de la palabra) serán o ya están siendo los más demandados en este año ya mediado. Además, el audio, a través de los podcasts, y el vídeo serán predominantes frente a otro tipo de formatos. Debemos tener muy presente, para este último caso, la cada vez mayor apuesta de las marcas por Tik Tok o Twitch, por poner dos ejemplos. Y ahí es donde reinan  el formato vertical y el streaming, respectivamente!

Sobre el formato vertical, cuyo éxito se debe a la exitosa aparición de las stories y posterior alumbramiento de los reels, aún no está todo dicho, ya que su actual auge no es algo perecedero, por lo menos a corto y medio plazo, y ha de sorprendernos en el futuro más inmediato con alguna de las novedades que nos tiene preparado cierto canal social media adalid de todo lo que sea cuadrado.

Sobre el streaming, de gran apogeo gracias al éxito de diferentes cuentas de Youtube o Twitch que hacen su buena caja a cuenta de poner imagen a la palabra y a la persona o personas que las emiten, tampoco parece que vaya a brotar ninguna fuente de incertidumbre. Los 2,5 millones de espectadores/as de Ibai Llanos el pasado 25 de junio, con picos de casi 3,5 millones, ya lo dicen todo.

Y es que están por venir mejores tiempos, incluso que los actuales, para todos los formatos audiovisuales. Ojo al siguiente dato: se estima que cada vídeo publicado en Facebook acumula una media de algo más de 1800 interacciones, en tanto los carruseles de imágenes de Instagram no llegan a 400 interacciones, siendo este el tipo de contenido que acumula más reacciones en el feed frente a otros formatos.

En resumen, si una marca quiere darse a conocer para posicionarse frente a su competencia, o para mejorar su actual posición, o para lanzar nuevos productos o servicios o simplemente para revalorizarse, deberá apostar por el vídeo - bien sea en formato vertical para compartirlo como reel, lo plus de lo plus en viralización frente al feed y también frente a las stories, bien sean los directos en streaming – por el audio, en forma de podcasts promocionados o no, o por las infografías, otro de los formatos a tener muy en cuenta y sobre el que diferentes expertos aseguran que consigue alcances que triplican a los de las publicaciones más clásicas basadas en enlaces o en imágenes más o menos experienciales. ¡Y aquí lo dejamos!