Se suele afirmar que la mejor publicidad es aquella que, precisamente, no parece publicidad. Hemos tenido muy buenos y conocidos ejemplos que refuerzan esta aseveración a lo largo de la historia. Hagamos un repaso a algunos de ellos que forman parte de nuestro consciente (e inconsciente) más emocional:

¿Qué vende Disney? Alguien responderá que vende películas, pero eso no es así, como ha defendido Gonzalo Madrid en una de las sesiones abiertas de la Madrid Content School. En realidad, Disney vende muñecos. Muñecos en forma de libros y cuentos, en forma de cómics o colecciones de cromos, en forma de figuritas o en forma de estampados en ropa, calzado, mochilas, accesorios escolares, etc. Así que, tenedlo claro, Disney vende muñecos... y sus películas son los anuncios. ¡Y bien que nos han gustado y siguen gustando!

Otro curioso ejemplo animado es el de Popeye. En 1870, el químico alemán Emil von Wolff cometió un error en una coma al analizar las espinacas y convirtió 4 mg de hierro por 100 gr en 40 mg, asentando ante el público y las autoridades sanitarias, deseosas de estimular hábitos alimentarios saludables entre la población post Gran Depresión, la idea de que las espinacas son la mayor fuente de ese mineral de todo el mundo vegetal. Y de este convencimiento surge nuestro querido marinero, quien, por otra parte, fumaba como un carretero y nos enseñaba que la violencia era una parte fundamental de la resolución de conflictos entre personas adultas. El error científico se corrigió, Popeye no.

Y hablando de fumar, qué sería de ese vicio insano sin el apoyo de la industria de Hollywood a través de unos personajes protagonistas y heroicos, masculinos y femeninos, enganchados a esa, al tiempo, sensual y dañina droga. ¿Verdad, Bogart y Bacall?

Pues bien, todo esto de lo que os estamos hablando es lo que se conoce hoy en día como branded content, esto es, la concepción del contenido propio como producto exclusivo de gran valor para el conocimiento y reconocimiento de una marca, o de lo que venda la marca... y siempre en beneficio de las ansiadas conversiones, por supuesto. Y en todo ello entra la importancia del factor humano. La comunidad, tu comunidad, agradece mucho dejar de lado intentar vender algo en todas y cada una de las publicaciones para mostrar los perfiles más humanos de la empresa, o su historia... o sus historias, que son otra cosa: “Trabajo en Amazon”. ¿Os suena?

Hay una cosa que está muy clara .Es muy posible que los productos o servicios que ofrece una marca los ofrezca también su competencia, al mismo o incluso a menor precio, y esa competencia puede ser muy cercana. En ese caso, y en muchos otros, es vital repensar la forma en que nos mostramos. Las personas somos el valor diferencial, como parte de una marca, como parte del público consumidor y como las dos cosas a la vez.