Haciendo un poquito de historia
Sin lugar a dudas, el mundo de la imagen – tanto fija como en movimiento – ha ido moldeando nuestra mente a lo largo de nuestras vidas, incluyendo en ello nuestra forma de entender, comprender y aprender, nuestras aficiones, intereses o espectativas, y todo aquello que conforma nuestra interpretación de la/s realidad/es.
Y esto no ha surgido de la nada ni en el nuevo siglo ni en el anterior, ya que viene ocurriendo así desde aquel lejano mes de junio de 1826 en el que Josep-Nicéphore Niépce, inventor francés, realizase la primera fotografía de la historia titulada Point de vue du Gras o Punto de vista desde Le Gras, obtenida con la utilización de una cámara oscura y una placa de peltre recubierta en betún (¡para que luego nos quejemos de los fallitos de nuestros más actuales medios tecnológicos!).
El primer autorretrato fotográfico data de 1839 (toma selfie), y la primera fotografía en color del año 1861, ¡para asombro de una sociedad decimonónica ya plenamente instalada en una inquebrantable fe en la ciencia y en las asombrosas posibilidades de todo tipo de novedades tecnológicas al servicio del progreso!
La primera película, esto es, la primera sucesión de imágenes en movimiento, llegó de la mano de los hermanos Lumière en el año 1895 con la filmación de la salida de los obreros de su fábrica en Lyon. De aquellas 16 imágenes necesarias para reproducir cada segundo de realidad capturada se pasó a 24 con la llegada del cine sonoro y a 30 (o más) con la más reciente aparición del cine digital.
¡Y llegó la tele (y el vídeo)!
Ya entrados en el siglo XX, concretamente en el año 1926, se pudo ver en Londres la primera emisión en un aparato de televisión. En las décadas posteriores se fueron generalizando las transmisiones regulares (1937 en el Reino Unido y Francia o 1956 en España, por poner unos ejemplos) que congregaban a familiares, vecinos/as y amigos/as delante del nuevo aparatito bajo cualquier excusa y, en ocasiones, hasta con el traje de los domingos, que la ocasión de ver a tanto y tanto famoso y famosa en tu salón bien lo merecía. Posteriormente, fue llegando el color, los formatos panorámicos y hasta la Full HD.
Pero lo que quizás contribuyó en mayor medida a transformar nuestro actual mundo, visto con cierta perspectiva, y dentro de esta sucesión de fabulosas y entretenidas innovaciones tecnológicas, es la aparición de las cámaras domésticas de 8mm, a partir de los años 30 (no muy asequibles para el gran público, lo cual se corrigió en 1965 con la aparición del Super-8) y la aparición estelar de las videocámaras y los reproductores de vídeo, que se van generalizando entre las décadas de los setenta y, principalmente, los ochenta.
Unos aparatos todos ellos que posibilitaron (como hizo antes la fotografía, pero ahora con más medios y a lo bestia) la captación más realista posible - con su posterior conservación - de nuestros mejores momentos y los de nuestros seres más queridos. Nos convertimos de golpe en directores/as, productores/as, editores/as, montadores/as, exhibidores/as y lo que hiciese falta con tal de entretener y/o torturar a nuestros allegados con la inmortalización de múltiples vivencias acompañadas de su mayor o de su menor interés.
Digitalizarse o morir
La digitalización de los procesos, la aparición en el mercado de los smarthphones con cámara y el nacimiento de las redes sociales han puesto a nuestro alcance, ya mucho más recientemente, la posibilidad de crear material audiovisual de calidad, a un coste relativamente bajo, y difundirlo/compartirlo de manera independiente, esto es, a nuestra bola, según nuestros deseos o necesidades, y a través del medio que hemos creado para ello, sin necesidad de intermediarios de la distribución o pagos por exhibición, contado así a groso modo...
Y esto ha sido toda una nueva revolución como aquellas alucinantes transformaciones decimonónicas de las que os hablábamos al principio de este post.
Si atendemos a las principales conclusiones de los últimos estudios anuales de IAB Spain sobre las redes sociales, 9 de cada 10 usuarios Social Media reconocen consumir productos audiovisuales habitualmente y desde sus dispositivos, a lo que hay que sumar la cada vez más veloz implantación de la Smart TV y el muy destacable incremento de consumo de productos en Youtube. ¿Y qué es exactamente lo que consumen estos usuarios/as?
Pues en un 92% contenido de amigos/as o familiares, en un 48% de influencers o personalidades de su gusto o interés, en otro 48% de marcas (hay que tomar buena nota) y en un 31% de medios de comunicación, de los que seguro que esperabais una mejor posición, por citar los principales focos de interés.
En cuanto a los formatos a considerar - dentro del propio formato en sí mismo que es el vídeo – hay y ha habido de todo, como en botica.
Desde la preeminencia inicial de lo panorámico horizontal hasta la cada vez mayor e incansable presencia del formato vertical (panorámico, sí, pero a su manera y totalmente vinculado en sus orígenes a los dispositivos móviles), pasando por el éxito del formato cuadrado de años atrás, antes de la aparición de las stories, de Tik Tok y de los reels, y que puede acabar relegado al baúl de los recuerdos de nuestro pasado en cuanto se materialicen una serie de novedades que nos hacen pensar que hasta Instagram ha dejado de creer ya en el formato cuadrado (vade retro, Meta!).
La apuesta por lo audiovisual
Hacerse un hueco en el competitivo mundo de los contenidos de marca para redes sociales - unas marcas que no solo compiten entre sí, sino que, a su vez, también compiten contra los importantes porcentajes de consumo de los mayores focos de interés y atención de las y los usuarios y de los que os hemos hablado hace un par de párrafos – precisa sí o sí de todo aquel soporte audiovisual que difunda, de la mejor y más atractiva manera posible, nuestros mayores valores como marca (bien sea a través de nuestros productos o bien sea a través de nuestros servicios) aportando valor al usuario/a y potencial consumidor/a.
En todo caso, la mejor prueba de esto último que os estamos contando es que en los más recientes casos de éxito de implementación tanto del bandred content como del marketing más emocional en la práctica del inbound marketing o marketing no intrusivo, el formato audiovisual ha sido el preferente, tanto en la apuesta decidida de las marcas y/o instituciones por su uso y máximo aprovechamiento, como en la preferencia de las y los consumidores a la hora de escoger entre varios y deseados productos de consumo.
Y sí... en esto como en tantas otras cosas, la pandemia lo ha acelerado todo (todavía más).