Una de las locuciones latinas de uso común aún hoy en día es quid pro quo, una bonita expresión que los romanos – qué hicieron por nosotros los romanos – usaban para indicar “algo por algo” o “algo a cambio de algo”, lo cual podemos entender bien como un proceso de sustitución o bien como un intercambio más o menos ventajoso para diferentes partes.

Dentro del marketing digital u online, o sea, dentro de todo aquello que engloba acciones y/o estrategias publicitarias o comerciales que se ejecutan en los medios y canales o plataformas de internet, existen renovados quid pro quo, ahora en forma de locuciones anglosajonas, el nuevo imperio terminológico (o la nueva dictadura), como el Link Exchange, o intercambio de enlaces entre blogs y webs, o las estrategias B2B (business to business), que ocupan desde la posición de un mercado mayorista con un portal de venta directa a proveedores hasta ese otro portal que pone en contacto a fabricantes o a empresas que prestan servicios con sus potenciales clientes, por poner un par de ejemplos bastante conocidos.

En cuanto a lo que se refiere al entorno concreto de las redes sociales en su parte más profesionalizada, el día a día estandarizado, el dictado de necesidades y peticiones de los clientes o las diferentes tareas complementarias que debemos desarrollar, hacen que nos olvidemos muchas veces del “para quién” estamos publicando realmente.

Comunicación digital y bidireccionalidad

¿Para quién redacta, para el cliente que le contrata o para el público, esto es, los potenciales clientes de quien confía a un profesional esa comunicación en entorno digital? ¿O para todos estos actores? Esto hay que tenerlo muy claro antes de ponerse a publicar. Lo contrario es perder el tiempo.

Si bien es cierto que no pocas marcas, así como perfiles de redes sociales exitosos (vinculados a la música, al cine, deporte, gastronomía o viajes, por ejemplo) expresan su comunicación de manera absolutamente unidireccional, también es cierto que existen ejemplos de lo contrario.

Dedicar un tiempo a dar las gracias por unas amables palabras, a atender una queja o sugestión, a poner en valor lo que hacen/comparten los demás, a trabajar, en definitiva, nuestra red social on de una manera más cercana y humana, así como hacemos en nuestros entornos off, significa también trabajar por nuestro conocimiento, reconocimiento y reputación, porque la gente, las personas, busca/buscamos y desea/deseamos también sus/nuestras cuotas de cariño y/o aceptación. La comunidad, nuestra comunidad, respira y ansía una relación muchísimo más cercana con las marcas o con sus perfiles admirados.

A nuestro modo de ver y trabajar, y en lo que se refiere al caso concreto de la comunicación digital de las marcas, la persistencia en la implementación de una comunicación 1.0 en canales que, precisamente, hacen bandera del contacto y la bidireccionalidad, esto es, de la comunicación 2.0, como son las redes sociales, es como elegir una furgoneta para competir en rallys o como adquirir un modelo deportivo para repartir paquetería. Es una estrategia equivocada, cuando no absurda, ya que el silencio comunicativo de las marcas es a la reputación de las mismas lo que el silencio administrativo es a la reputación de la propia administración, un agujero negro de emociones, dudas y sinsabores.

Como decíamos al principio de este artículo, pero de otra manera, las exigencias propias de la comunicación profesionalizada, así como aquellas otras marcadas por el devenir cuantificado y cuantificable (en ventas) de las expectativas de los clientes, hacen que olvidemos, y no pocas veces, que tratamos en un entorno formado y conformado por personas, un entorno del que participamos, bien sea en nuestra representación o en la de las marcas que nos eligen para actuar en su nombre, y en el que nunca debemos acabar siendo absorbidos por la extrema voracidad de la cultura bot. O eso es lo que pensamos e intentamos implementar desde Pic Nic en nuestro día a día.