Como elefante en una cacharrería, así es como estamos viviendo el aterrizaje - o quizás mejor dicho, amerizaje - del multimillonario Elon Musk en la red social del pajarito, Twitter, en lo que ya se ha convertido en el gran folletín social media del año, METAbatacazo universal de Mark Zuckerberg mediante. ¿Y cómo se ha llegado a la alucinante situación actual? Pues hagamos un poco de memoria, ¡si os parece bien! 

El comienzo de todo esto

Este multimillonario que sueña con viajar a Marte y convertirnos en cyborgs y que presume de haberse hecho a sí mismo, empezó a jugar con Twitter hace meses y lo hizo ya siendo su mayor accionista. Según parecía, su nuevo deseo era entrar formar parte de su junta directiva para influir en la penosa deriva comercial de la empresa y hacerla nuevamente rentable. 

Su petición se cumplió y parecía contento con ello, pero a mediados de abril, y después de múltiples encontronazos con algunos miembros de la junta, lanzó su órdago al ofrecer 44.000 millones de dólares por la compra de la red social en un “tómalo o déjalo” realmente soberbio y altanero. La junta rechazó de inicio la propuesta pero, cosas de la vida, y antes de finalizar ese mismito mes de abril, la misma junta ya había cambiado radicalmente de opinión. Twitter se vendía. 

Llegados a este punto, y como ya había hecho en anteriores ocasiones al provocar conscientes daños en forma de caídas en bolsa a cuenta de sus declaraciones públicas, llegando incluso a ser apartado de la presidencia de Tesla por esa misma razón, el señor Musk se planta y amenaza con la interrupción del proceso de compra debido al porcentaje de cuentas falsas (bots) que, según él, poblaban Twitter en mayor medida, mucho mayor, de lo que aseguraban los directivos de la red, a día de hoy ya despedidos. Y justo cuando la cosa apuntaba a batalla judicial, Musk se echa atrás en sus denuncias y confirma la adquisición (por fin) de la red del pájaro azul para acelerar la creación de X, una nueva aplicación que nos va a servir para todo, todo y todo.

 Sus primeras decisiones y sus primeras consecuencias

Finalmente, Musk ha desembolsado 44.000 millones de dólares y ha despedido a la mitad de su plantilla. Ha invocado la libertad de expresión insinuando que personajes fake como Trump podrían volver a expresarse sin censura en su nuevo Twitter. Ha eliminado el teletrabajo, salvo que él lo apruebe personalmente, ha roto el acuerdo que regulaba los días de descanso al mes y ha advertido a su plantilla de se prepare para tiempos muy difíciles, incluida la posibilidad de que la red social entre en bancarrota. 

A mayores, ha cambiado el modelo de negocio con la apertura del sistema de suscripciones para el despliegue de un nuevo muro de pago o la verificación de cuentas, y ha ahuyentado a múltiples e importantes anunciantes con sus primeras decisiones (Volkswagen, General Motors o General Mills) y a millones de usuarios/as que ahora buscan refugio en Mastodon, en Discord, en la ultrapolitizada Parler o en la nueva propuesta de Jack Dorsey, uno de los fundadores de Twitter, quien creará su red social Bluesky Social gracias a los 900 millones más que tiene ahora mismo en el bolsillo. Que no es moco de pavo… de Acción de Gracias.

Por si todo esto fuera poco, sus decisiones, tildadas de mesiánicas, también han provocado una importante fuga de personal altamente cualificado y del que el señor Musk no quería prescindir… por lo menos de momento. Y Twitter se hunde en bolsa.

¿Y hacia dónde va Twitter?

Poco podemos aventurar sobre el conjunto de futuras decisiones de Musk, un personaje al que le gustaría igualarse históricamente a figuras como Leonardo da Vinci o Nikola Tesla. Por ahora, lo único que el magnate ha explicado sobre sus planes para Twitter, como os hemos adelantado, es que quiere unificar varios servicios en una sola app que combine mensajería, red social y pagos similar a WeChat de China, una ventanilla única para redes sociales, mensajería, finanzas o pedidos de alimentos. 

Ya pasando al plano filosófico (o metafísico), su deseo expreso es convertir esta red social en una plaza pública digital libre como forma de ayudar a la civilización (¿la suya o la nuestra?) y a la humanidad en su conjunto. Nada más y nada menos. 

Los despidos en los gigantes tecnológicos

Está claro que los 3.700 despidos en Twitter, el 50% de su plantilla, han causado un revuelo importante a nivel global, pero ni ha sido ni será el único reajuste laboral de alcance en su sector. La semana pasada, sin ir más lejos, Meta ha anunciado el despido de 11.000 trabajadores/as, un 13% del total de su plantilla, y en esta misma semana Amazon ha anunciado 10.000 despidos, una cifra que representa solo el 1% del total de su plantilla pero que coincide con el arranque del Black Friday y de la campaña de Navidad. Algo huele a podrido en Dinamarca. 

Pero es que aún hay más! Lyft, rival de Uber en EE UU, recortará el 13% de sus empleados, y Stripe, la plataforma de procesamiento de pagos, eliminará el 14% de sus empleados, unos 1.100 puestos de trabajo. Igualmente, Microsoft despidió a 1.000 trabajadores no hace tanto. ¡Ahí es nada!

Visionario, volátil, ambicioso, creativo… así es Elon Musk, e implementará muchos cambios en Twitter, de eso estamos seguros, pero está por ver en qué sentido y con qué consecuencias finales.